“El móvil”. Un “cuento de Navidad” de Mario de Castro

Aprovechando las fiestas en que estamos, os dejamos El móvil, un “cuento de Navidad” de Mario de Castro. Puedes leer el cuento en su blog http://yo-meloguiso.blogspot.com. Esperamos que os guste.

 EL MÓVIL 
Mario de Castro

El frío es intenso y aunque la mañana de Domingo no invita a salir el Rastro está desbordado. La peliaguda crisis no parece que importe a una  turba ingente, que se agolpa desde Embajadores a Tirso de Molina y aledaños. Es Navidad y todos salen a gastar, en esta recidiva anual de locura consumista.
Todos los tenderetes sin excepción cifran sin parar. Si algo distingue al Rastro es la variedad de su oferta: desde objetos totalmente inútiles a los más cotidianos, pasando por otros singulares, ilegales, baratos y caros y otros miles de cachivaches que no podrías imaginar. El viandante se pregunta entre gracioso y asombrado quién puede querer aquel candelabro cochambroso de ahí, o esas sábanas horteras hasta la vergüenza ajena que vende la gitana de allá, pero el caso es que todo encuentra su comprador entusiasta.
Luego están los buscavidas, que son caso aparte. ¿Qué delincuente de Madrid no ha pasado por aquí, bien como escuela primaria del delito o ya como maestro de una profesión que continuamente se renueva a si misma? Y parece mentira que el Rastro de para tanto, pues a pesar de estar todos avisados siempre hay quién pica, o quién en extremo incauto se deja embaucar con las mismas triquimañas ancestrales, tan solo adaptadas en tiempo y forma.
En esto también el Rastro es único y en el todo cabe, sobretodo en la plaza del Gral Vara del Rey, aledaña a Cascorro y punto de encuentro dominical de la picaresca y el timo. Nada puede hacer la policía…, o sí, pero no obstante esa parte del mercado siempre está llena y allí tanto vendedores como compradores son abiertamente malintencionados, estos por la falta de escrúpulos al comprar género robado a sabiendas, aquellos siempre ojo avizor del primo que les resuelva la mañana.
Además es esta la parte de los personajes más peculiares e insólitos: mercachifles y exhibicionistas, cacos, descuideros y mercaderes de sombras. Es esta la placita de los trileros maestros, que bien podrían dedicarse a empresas legales con su consumada habilidad, y de los vendedores de sueños, como aquel que este  Domingo se encuentra, intentando con su cháchara manida congregar a la clientela.
– ¡¡Vengan, vengan, señoras y señores! Acérquense y conozcan de primera mano esta, la sin par historia de Félix, y de cómo su vida cambió de la noche a la mañana unas Navidades como estas!! ¡¡ Acérquense y dediquen tan solo unos minutos al solaz de nuestro relato!!¡¡ Permítanse la pequeña dosis de deleite que mi amiguito y yo les procuraremos sin duda!!
El tipo resulta estrambótico, como procede a su ocupación. Conjuga o así lo intenta el contraste de su rostro, manifiestamente castigado por la desventura, con un traje impoluto. Su amiguito no es otro que un mono tití que baila de una lado a otro sobre sus hombros.
Pero su naturalidad es desternillante, de modo que poco a poco,  bien por lo absurdo de su discurso y aspecto o tan solo por la gracia del monito, la gente empieza a hacer corro.
Dando por bueno el aforo, el tramoyista comienza su relato. El tití salta a un atril con dibujos al más puro estilo medieval y entre las carcajadas de la gente pasa con su manita la primera página.
– ¡¡Vean, vean, señoras y señores!! Este es el bueno de Félix, nuestro protagonista. Ha pasado de los 40 y vive, sumido entre la pena y el escepticismo, junto a su madre, desesperada e incapaz de hacer carrera de su pobre hijo…
…Ella es buena madre y le adora, pero de buen grado se quedaría sola si fuera ese el precio para que Félix echara de una vez a volar del nido…
…Pero Félix se niega a salir a un mundo que no entiende y a un siglo XXI que teme pues le supera, todo lleno de engaños y contradicciones…
El tití continúa pasando hojas en sincronía con las palabras del buhonero. Es quizás el ingrediente último de asombro que hace que el público escuche ensimismado y sin saber donde les puede llevar tamaña historia. 
– Y la buena madre desespera, sabiendo pronta su muerte e imaginando a Félix desvalido, cuando ella no esté… Y reza para que algo ocurra, con la fe con la que las madres rezan por sus hijos…
…Un día, perdida casi la esperanza, ella se encuentra tomando café en el mercado, con la mirada absorta en el interior de la taza, cuando alguien la aborda. Es un señor con aspecto sereno que no había visto nunca.
<<Señora, permítame, estoy percibiendo su pena y me gustaría ayudarla, por favor cuénteme qué le pasa>>
La madre le mira y sus ojos se empapan. Sin pensarlo, le cuenta al caballero la situación al detalle, con esa confianza que se tiene con los extraños que supones no volverás a ver en la vida…
…El caballero la escucha con atención y sin interrumpirla. Cuando termina le da una bolsa y cogiendo con ternura su mano le dice:
<<Querida señora, no desespere. Entiendo su desdicha, pero tiene solución. En esta bolsa hay un teléfono. Es un teléfono nuevo, pero en su agenda hay un número grabado. Regáleselo a su hijo y dígale que el regalo no es el teléfono, sino la llamada que hará al número de la agenda. No necesita saber más, tenga fe>>
La buena madre le mira y realmente no sabe que decir.
<<¿Pero dígame señor, quién es Vd?>>
<<Mi buena señora, eso no importa, tan solo le diré que sus rezos han sido escuchados>>
Y el caballero se levanta y se va tras besarle la mano con dulzura.
La madre, que siempre creyó en los milagros, da gracias a Dios y la mañana de Reyes le da el teléfono a Félix, tal y como aquel ángel desconocido le dijo.
Al día siguiente, cuando vuelve del mercado, su hijo no está en la casa. Hay una nota en la mesa de la cocina:
<<Mamá, te quiero mucho. Gracias por todo, pero sabes que ahora me tengo que ir>>
Y las lágrimas caen por el rostro de la anciana, agradecida y dispuesta a morir en paz viendo cumplido su único deseo.
El relato parece haber concluido, y el mono tití salta de nuevo sobre los hombros del amo. Este deja unos instantes de calculado silencio, mientras escucha los murmullos del público que aún permanece, expectante ante el final de la historia. Y prosigue:
-Si, si, queridas gentes, se lo que se están preguntando, y tengo aquí la respuesta, en exclusiva para los cinco primeros entre Vds que quieran estas Navidades hacer un regalo de veras insólito y mágico, cinco teléfonos exactos al de Félix…¡ Y cómo no nuevos, pero con un número grabado en su agenda! ¡¡Un solo número que ha de cambiar a mejor la vida del que lo marque!!
¡Decídanse, tan solo hay cinco y por un irrisorio donativo de cincuenta euros uno de ellos será suyo! Les prometo que no se arrepentirán.
Muchos se sonríen entonces, comprendiendo que todo aquello no es sino un vulgar timo, pero alguno permanece pensativo. En ese momento de dudas, alguien del fondo salta:
– ¡Yo quiero uno! Pero quiero comprobar que es verdad.
El hombre de unos cuarenta se acerca y abre la caja con el móvil. Lo enciende y comprueba que todo está correcto y que la agenda tiene un número grabado. Le da los cincuenta euros al vendedor y se va sonriente.
La actitud de muchas personas parece cambiar, una pareja de ancianos, un chico joven, un matrimonio con aspecto normal, que se miran el uno al otro divertidos…¡Y en pocos minutos los otros teléfonos han encontrado comprador!
El titiritero da cortésmente las gracias y se va también, con el mono tití que guarda celosamente el dinero y da saltos por sus hombros, emitiendo chilliditos como de alegría.
Al poco, en la Plaza de Tirso de Molina, se reúne con el hombre que compró el primer teléfono y que no era sino el consabido gancho.
– ¡Hemos vendido todos! ¡Eres el mejor! ¿Cuánto tenemos ya?
– ¡¡Dinero, dinero¡¡ ¿Es que aun no has entendido nada? Si tu pobre madre te viera te daría un coscorrón ¿Todavía no ves lo que hacemos?
– Si maestro, pero tenemos que comer…
– Tienes mucho que aprender , Félix, no veo el día en el que puedas estar solo y seguir el camino.
Y los tres personajes, de los que acaso el tití sea el menos exótico, se pierden por entre las callejuelas del mágico Madrid.
¡FELIZ NAVIDAD A TODOS LOS INDEPENDIENTES Y A LOS DEMÁS TAMBIÉN PARA QUE LO SEAN PRONTO!

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