Hoy me he levantado con ganas de guasa. Quizá porque los últimos artículos han sido un poquito densos y te imagino trabajando duramente en tu escritorio, he pensado en hacerte una propuesta diferente: ¿Por qué no te animas y escribes el PEOR final posible para tu historia?
Parece una propuesta fácil, ¿verdad? Pues no creas, no lo es tanto. Escribir un mal final (pero uno que sea malo, malo… lo que se dice malo a reventar) puede ser casi tan difícil como escribir uno bueno. Al fin y al cabo, ambos deben ser inolvidables.
Puede que en este momento estés sonriendo y pienses que el ejercicio que te propongo es una chorrada. No es así. Aunque me he levantado con ganas de guasa, soy una persona seria. Cometer errores nos hace avanzar, si sabemos aprender de ellos.
Estoy segura de que puedes identificar un mal final y quizás ahora estés recordando algún libro cuyas últimas páginas te han defraudado. Sin embargo, ¿sabes por qué ese final te dejó insatisfecho? Te formulo la pregunta de otra manera: ¿sabrías diferenciar los elementos que hacen que un final no sea bueno?
Si te empleas a fondo, después de escribir el peor final posible para la novela o el relato que tienes entre manos, habrás aprendido a diferenciar y distinguir los elementos clave que hacen que el final de la historia sea “flojo”. Al cometer el error e identificarlo, nunca olvidarás “eso” que no debes incluir en tus últimas páginas.
Para facilitarte un poco esta curiosa tarea, aquí te dejo 6 claves que harán que el final de tu historia sea inolvidable. Sí, inolvidable, pero por ser malo a reventar.
Escribe el final más evidente que se te ocurra (y de la manera más obvia)
¿Quién quiere leer un final sorprendente? Las sorpresas no son buenas; por el contrario, nos sobresaltan y alteran nuestra tranquilidad. ¿Quieres que tu lector muera de un infarto tras leer la última página de tu obra? Estoy segura de que no.
Es preferible que le sirvas en bandeja ese final que espera desde los primeros capítulos. No construyas giros inesperados al término del segundo acto o nudo de tu historia, y huye de los desenlaces que incluyan alguna pista falsa que pueda equivocar al lector.
Por otro lado, si lo has conseguido y tu final es evidente al 100%, no caigas en el error de narrarlo de manera original. Esto también puede contribuir a que el lector se lleve una sorpresa al concluir tu novela o relato. Estructura tu texto de manera previsible. No emplees, por ejemplo, flashback o prolepsis que puedan acrecentar el suspense. Tampoco utilices el cliffhanger para finalizar capítulos, ni la técnica de la narración enmarcada, ni emplees la elipsis…
Escribe tu final evidente de la manera más obvia que se te ocurra. No sorprendas al lector ni por lo que cuentas no por cómo lo cuentas.
Descubre los porqués de tu historia a través de una larga explicación en tus últimas páginas
Haz que uno de tus personajes pronuncie un soliloquio de varias páginas, sin apenas interrupciones de ningún otro personaje o del narrador, para exponer de manera detallada todas las claves de tu historia. No es necesario que esta parrafada explicativa la declame siempre un personaje, también puedes escribirla en la voz del narrador (¡que no se diga que todas tus obras terminan igual!)
Sea como fuere, céntrate en parar la acción en las últimas páginas y, sobre todo, no “muestres” y “explica” mucho. Con estas largas explicaciones tu relato terminará de forma monótona e incluso aburrida y el lector lo aborrecerá. Al fin y al cabo, estás escribiendo el peor final posible para tu historia.
Introduce uno o varios personajes justo antes de concluir tu obra
¿Tu trama está llena de sucesos emocionantes pero no sabes de qué manera cerrarlos para escribir un mal final? El remedio lo tienes en la palma de la mano: haz que venga un tío del protagonista, que estaba de viaje en un país lejano y del que no has hablado antes, con la solución a las intrigas de tu trama. Puedes inspirarte en la técnica del deus ex machina. Además, si ese personaje puede pronunciar un largo soliloquio lleno de explicaciones, como el que te sugería en el punto anterior, mejor que mejor. Dejarás a tu lector medio loco.
También puede ocurrir que no estés satisfecho con la trama principal y desees abrir una subtrama justo en el desenlace de tu historia. Si es así, puedes hacerlo sacándote de la manga un personaje que inicie nuevos conflictos con la pretensión de dar más emoción a tus últimas páginas. Si antes has conseguido que tu lector quede medio loco, ahora ya lo estará completamente.
Deja un montón de cabos sueltos sin atar
Tanto en el caso anterior como en este, es probable que hayas comenzado a escribir sin tener la más remota idea de cómo terminará tu historia. El norte no está claro en tu brújula y no has dibujado ningún mapa de tu obra. Te has inventado toda la trama a medida que has ido escribiendo, te has sentido inspirado e incluso has trazado más de una subtrama.
Pero ahora que estás redactando tus últimas páginas tienes un montón de cabos sueltos derivados de esas tramas y subtramas. ¿Es hora de resolverlos de manera satisfactoria para el lector? No. Recuerda que el propósito es escribir el peor de los finales, así que déjalos sueltos y olvídate de ellos. Ten por seguro que el lector no los olvidará y se sentirá defraudado cuando termine de leer.
ADVERTENCIA: No confundas dejar cabos sueltos (elementos de la trama sin resolver porque no tienen una función clara dentro de la misma) con construir un final abierto. Ten mucho ojo, porque el final abierto (del que hablaré en otro artículo) sí puede ser del gusto del lector. En el final abierto no explicitas la resolución del conflicto de tu obra, pero lo sugieres o haces que el lector intuya una o varias interpretaciones que puedan ser esa resolución.
Los “cabos sueltos” son personajes con cierta presencia en la obra, pero sin ninguna importancia para la trama. O bien son personajes que igual que aparecen, desaparecen. También son subtramas que se inician y no se desarrollan, conflictos que se esbozan y no van a ningún sitio, etc.
Por favor, que todo sea un sueño
Este es uno de los finales más frustrantes que puede haber, ¿verdad? Después de una peripecia llena de sorpresas, todo “cobra sentido” porque es un sueño del protagonista (creo que recuerdas algún libro, película o serie de televisión con este final, ¿verdad?)
La ventaja de escribir este mal final es que no requerirá que tu musa esté en forma, lo harás casi sin esfuerzo, terminarás rápido de redactarlo y obtendrás un resultado decepcionante.
Y, sobre todo, NO seas coherente
Junto con el primer punto (el de ser previsible), quizás sea esta la clave principal para escribir el peor final que se haya escrito nunca. Sé incoherente hasta la médula. Escribe un final obvio, sí, pero introduciendo personajes sin sentido, creando tramas insustanciales, iniciando conflictos que no se resuelven…
No afiances el desenlace a lo largo del texto utilizando anticipaciones (foreshadowing) o teniendo en cuenta el principio dramático del arma de Chejov. Por supuesto, haz que tus personajes se muevan a tu voluntad sin necesidad de construir un arco de transformación sólido que justifique su toma de decisiones. Divide los capítulos de tu novela sin seguir un criterio, altera el tiempo del discurso narrativo de manera confusa y no para incrementar el suspense… Tienes un montón de herramientas para hacer que el final de tu historia sea inolvidable (por mala).
Ahora cuéntame tú, ¿puedes dar algún otro consejo para escribir el PEOR final posible de una novela o relato? Comparte tu opinión, deja más abajo tu comentario y aprendemos de nuestros errores.
RUTH M. RODRÍGUEZ, Verbalina Escuela de Escritura Creativa
Ja, ja, ja. Muy bueno, Ruth. ¡Psicología inversa! Casualmente hablé de los finales ayer en mi blog y añadiría el final en el que el azar aparece oportunamente para resolver todos los conflictos, un accidente, una bala perdida, un meteorito, una lotería…
Otro final, aunque iría con lo de la incoherencia, sería aquel en el que cambiamos de género. Una historia de amor en la que al final el amante confiesa que es un alien, un conflicto familiar que se resuelve en plan matanza de Texas…
Excelente artículo.
¡Un abrazo!!
¿Has oído esto alguna vez Ruth? : “Lleva el cuadro como si estuviera terminado en cada momento”, esta idea, sirve para la pintura y también para una novela. Si la trama viene bien hilada y es coherente desde el principio, no hace falta pensar en un final, porque el final esta implícito desde el principio.
Puedes acabar una novela con un final pésimo, desastroso ¿de que sirve? El lector pensara que quien escribe ha perdido el juicio.
Una gran eseñanza, Ruth. Como siempre, gracias.
Excelente artículo! Cómo decía Sánchez Ferlosio, el escritor debe prestar especial atención en los inicios y los finales de toda novela. De lo contrario corre el riesgo de perder definitivamente al lector, pues esos sin duda son puntos de tensión claves, que pueden llevar a graves frustraciones (lo de “todo fue un sueño” es un lugar común que ya produce hilaridad, pero que sorprendentemente se sigue utilizando!). saludos y gracias!