Esta es la repuesta que dio el investigador López Facal cuando le preguntaron si al usar una palabra no recogida en el DRAE estábamos hablando en castellano incorrecto. Los hablantes producen, los diccionarios recogen. Y nunca al revés. Son los hablantes quienes crean y utilizan las palabras, y a partir de su uso, la RAE las registra y define. No existe una churrera para generar palabras buenas en posesión de la Academia (aunque la imagen de todos los académicos dándole a la manivela con ahínco y produciendo palabras decorosas como longanizas es impagable).
Se crean palabras nuevas constantemente. Algunas afortunadas prosperan, se extienden como mantequilla sobre la faz de la panhispania y con el tiempo se hacen un hueco en el vocabulario general del español. Pero la mayoría se quedan en experimentos abortados. El darwinismo léxico es implacable y sólo las verdaderamente adaptadas al medio sobreviven. No obstante, el ritmo de los diccionarios para aceptar palabras es muy inferior a la velocidad del idioma. Las outsiders del diccionario son incontables. Hemos comentado ya que hay ausencias incomprensibles como gominola o rúcula, palabras veteranas que siguen viviendo al margen de la ley diccionaril.
En la trastienda del Molino guardamos como oro en paño una inmensa colección de palabros. Como en botica, hay de todo: exóticas, viejunas, eruditas, barriobajeras, del montón. En total, rozan el millón y medio de unidades, así que la fiesta está bastante animada. Y cada día llegan más, a pesar de que creíamos tener todo lo tenible. Las sugerencias del respetable hablante canalizadas a través del Doctor Cuaicap son una fuente inagotable de términos válidos que no suelen aparecer en los diccionarios ni en los lexicones. El juego es sencillo, es el palabras encadenadas de toda la vida jugado contra el sapiente Doctor, que tira de las palabras que el Molino almacena en la despensa. Millón y medio de palabras son muchas palabras, parece difícil que el jugador dé justo con una que no está. Y a pesar de todo, cada día llegan a las tripas molineras palabras que los jugadores han introducido y que nos faltan. Todas las palabras que los usuarios mandan son estudiadas y valoradas, y gracias a ellas engrosamos nuestro nutrido rebaño de palabras consiguiendo ejemplares que no tiene nadie.
Sin embargo, otras criaturas no han pasado el casting pertinente. Los nombres propios seguimos sin admitirlos (es una lista de nombres comunes, y al menos en mi clase los nombres propios en el palabras encadenadas no se valían). Hay algunas vacilaciones ortográficas que se hacen las locas, pero ni por esas: *bellocinio, *axfisiantes y *ostil por ahora siguen en el banquillo. Hay confusiones simpáticas como lisántropo (¿suponemos que es el hombre lobo misántropo?), antiestamínicos (¿prima de antihistáminico?), yuyeno (¿yeyuno y duodeno, todo en uno?) o urogayo (¿el urogallo de Uruguay?).
Esta noche alguien nos ha dejado en la puerta la palabra nocilla, y no sabemos qué hacer con ella. ¿Es un nombre propio o ha pasado a ser de dominio público, como le pasó a kleenex? ¿Una crema hecha de leche, cacao, avellanas y azúcar sigue siendo nocilla aunque la fabrique Hacendado? ¿Vale pedir una cocacola en un bar y que te traigan pepsi? ¿En qué momento Nutella se coló en nuestras vidas intentando desplazar a la muy castiza Nocilla? Al final, el debate ha degenerado y hemos acabado discutiendo acaloradamente sobre si los grumitos del colacao ganan al nesquick o no.
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No creo que sean incorrectas por el simple hecho de no estar en un diccionario, simplemente no han sido reconocidas..
No podemos creer que no existan. El idioma es dinámico, se mueve muy rápido entre una generación y otra. Así muchas palabras nacen y pueden o no ser aceptadas por la RAE. Así mismo desaparecerán en la siguiente generación que inventa su propio léxico o gerga para entenderse entre ellos
Tienes toda la razón Luz. Gracias por pasarte por aquí, leer y comentar 🙂
las palabras son algo que fluye espontáneamente, por las culturas; todas forman parte de la humanidad estén o no en el diccionario…es una formalidad el uso del mismo