Ricardo J. Bermúdez, autor del artículo |
UNA: Poesía es un extraordinario acto de creación que tiende a revelarse, de modo incontenible, mediante un ordenamiento especial de la palabra y menos ostensiblemente a través de otros recursos expresivos, cada vez que confrontamos situaciones de un alto valor emocional.
DOS: Esta especie de peso de inmortalidad sobre el corazón, como llamaba Keats lo que él sentía frente a la experiencia poética, la he comprobado bajo la sensación de lo que podría describir como resultante de uno o varios relámpagos intuitivos sobre una acumulada vivencia.
TRES: Su poder creativo no sólo lo he experimentado al escribir poemas, sino al situarme a la búsqueda de soluciones arquitectónicas como lo confirma, con insólita claridad, Pier Luigi Nervi, al darnos noticias sobre las figuraciones por él soñadas que luego se convertían en insustituibles formas estructurales.
CUATRO: En el origen de estas convulsiones estremecedoras, pugnan por revelarse y existir una serie de imágenes que, merced a ciertos dones innatos y a refinamientos intelectuales adquiridos, consiguen su propósito de modo cabal, coherente y sistemático a través de sus propias valoraciones poéticas.
CINCO: El período de gestación de estos estados superiores de conciencia podría compararse con una oscura noche coronada por el estallido de pensamientos, tan luminosos, que su luz pareciera ofuscar la visión de lo que era intuitivo y se convierte, por la poesía, en cosa real y verdadera.
SIETE: Confieso que cada vez temo más a la llegada de la arrolladora inspiración, por lo que ella entraña, de desgarramiento íntimo y de desplazamiento del “yo” hacia los arquetipos ideales que constituyen la realidad de las cosas y los seres de este y los otros mundos conocidos.
OCHO: Este desdoblamiento exige un estado de superconciencia, una titánica disposición para aportar cualidades benévolas, de veracidad, de justicia, de amor a lo bello, cualidades que yo no poseo, pero estimo indispensables para merecer la gracia que recibo para luego actuar como su justo tributario.
NUEVE: La responsabilidad por el buen uso de lo que debo hacer con lo que recibo, que en su acepción moral los existencialistas definen como quehacer comprometido, me acoquina frente a una actuación que pudiera convertirse en apócrifo sustituto de insoslayables deberes para conmigo y los demás hombres.
DIEZ: Mi creencia en que la poesía debe resumir, en la unidad de su creador, las múltiples diversidades de los seres y las cosas para comprometerla con cualquier tipo de aportaciones limitantes.
ONCE: La poesía es el diálogo del hombre, de un hombre con su tiempo, dijo Antonio Machado, y en ningún caso podría considerar que el producto de esa intercomunicación convulsionadora y profunda debiera supeditarse a expresar solo un segmento de las vastas y esclarecedoras posibilidades que ella misma ofrece.
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