Marga, David y Nuria, participantes en los cursos y talleres literarios de Verbalina Escuela de Escritura Creativa, se han animado a tomar la pluma y han creado estos textos inspirados en el Carnaval, ¿quieres leerlos? Aquí los tienes.
LA FIESTA DE DISFRACES
Marga Moreno López-Solórzano
Marga Moreno López-Solórzano
Fuente: Pixabay |
La rubia olía raro y se movía sin garbo al son de la música. El tipo alto huía de los focos por el fondo de la estancia. El morenazo que se le acercó la fulminó con unos ojos verdes de infarto. ¡Qué clase de fiesta de disfraces era esta! Gente normal en ropa de calle. ¿Dónde estaba la gracia? Ella había elegido un disfraz de diablo muy llamativo y todos la miraban sin disimulo. Se sentía intimidada en medio de un semicírculo de personas que no bailaban. Tampoco bebían, ni charlaban.
Tras un rato sin saber qué hacer y decepcionada por haber aceptado la invitación de Facebook a aquel muermazo de fiesta, dio media vuelta para marcharse por donde había venido. Se quitó la careta con bastante fastidio.
¡No teneis ni idea!- gritó a los presentes desde la puerta.
El portazo puso fin a la música y alguien exclamó “¡Satanás, eres un aguafiestas!”.
El ambiente decayó. Uno a uno se fueron quitando las pelucas, la ropa, el maquillaje. La rubia se transformó en zombi, el que huía de los focos era el mismísimo conde drácula y el moreno de ojos verdes tenía del mismo color todos los tentáculos de su cuerpo. Abandonaron la sala unos tras otros convencidos de no haber acertado aquel año con los disfraces.
SI ES CARNAVAL QUE NADIE ME VEA
David DiezmaUna buena gorra de pana
para tapar mis entradas,
unos pantalones rotos
para enseñar algo.
Habro un bote de rimel
en el que pone prohibido llorar.
En mi sonrisa unas mechas blancas,
las pelusillas del ombligo
guardadas en el bolsillo,
zapatillas que me da miedo ensuciar,
una máscara sobre todo lo que me hace libre,
sobre mi espontaneidad.
Maquillo mis gafas para que mis ojos no jodan el disfraz.
CREADA POR CARNAVAL
Nuria Gallego
Fuente: Pixabay |
¡Qué razón tenían mis amigas venecianas que en esta fiesta tan divertida, éramos las reinas de la fiesta! Unas estaban hechas de oro, otras de turquesa o de papel, decoradas con bonitas plumas o finas joyas.
Yo no estaba hecha especialmente elegante, como ellas. Me hicieron un grupito de niños de clase, ilusionados por hacerme. La profesora de esos pequeños les enseñaba como debían coger las tijeras para darme forma, a otros le enseñaba a pegarme con una cinta para poder sujetarme encima de la naricilla de alguno. Una de las niñas insistió en pintarme. ¡Eso fue un poco estresante para mí! Quería pintarme con rotulador rosa, pero su amiguita se empeñaba en que fuera amarilla, y ambas se pusieron a llorar. Me entró una enorme tristeza porque era un momento muy lindo, donde todos los niños jugaban y bailaban, hasta ese momento. La dulce profesora les pidió que no se enfadaran. Era carnaval. Era un día alegre. Así que decidieron colorerarme, el lado del ojo y la mejilla izquierda rosa y por la zona del ojo y de la mejilla derecha amarilla.
Pasé por todas las manitas y todas me colocaron en su chiquitilla cara. Vinieron los papás a fotografiar e inmortalizar el momento. Unos iban disfrazados de mariposas, otros de flor, de hadas o de magos. Sonó la campaña de recreo ¡iba a empezar el pasacalles!
Después de mucho trasiego para mí; ¡salí en todas las fotos! me agarró, con brío, una niña vestida de fresita. ¡Menudo mezcla de colores! ¡Pero se veía tan guapa y radiante!
Estaba arrugada, pintada con colores variopintos, la cuerda se había dado de sí, pero me daba igual. ¡Me sentía tan feliz!
Yo no estaba hecha especialmente elegante, como ellas. Me hicieron un grupito de niños de clase, ilusionados por hacerme. La profesora de esos pequeños les enseñaba como debían coger las tijeras para darme forma, a otros le enseñaba a pegarme con una cinta para poder sujetarme encima de la naricilla de alguno. Una de las niñas insistió en pintarme. ¡Eso fue un poco estresante para mí! Quería pintarme con rotulador rosa, pero su amiguita se empeñaba en que fuera amarilla, y ambas se pusieron a llorar. Me entró una enorme tristeza porque era un momento muy lindo, donde todos los niños jugaban y bailaban, hasta ese momento. La dulce profesora les pidió que no se enfadaran. Era carnaval. Era un día alegre. Así que decidieron colorerarme, el lado del ojo y la mejilla izquierda rosa y por la zona del ojo y de la mejilla derecha amarilla.
Pasé por todas las manitas y todas me colocaron en su chiquitilla cara. Vinieron los papás a fotografiar e inmortalizar el momento. Unos iban disfrazados de mariposas, otros de flor, de hadas o de magos. Sonó la campaña de recreo ¡iba a empezar el pasacalles!
Después de mucho trasiego para mí; ¡salí en todas las fotos! me agarró, con brío, una niña vestida de fresita. ¡Menudo mezcla de colores! ¡Pero se veía tan guapa y radiante!
Estaba arrugada, pintada con colores variopintos, la cuerda se había dado de sí, pero me daba igual. ¡Me sentía tan feliz!
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