FUENTE: http://www.papelenblanco.com/diccionario-literario/diccionario-literario-villancico
En su origen estaban compuestos preferentemente por versos hexasílabos u octosílabos organizados según un esquema fijo: un estribillo o cabeza del poema, con una extensión de dos a cuatro versos en los que se enuncia el tema; la mudanza, formada por una estrofa (o varias) que frecuentemente es una redondilla; y la vuelta, constituida por un verso de enlace y uno o dos versos que repiten total o parcialmente la cabeza del poema o estribillo.
Sirva una composición de Juan del Encina como ejemplo:
¡Ay, amor, a quántos tienes
cativados
que no te son obligados!
Mudanza 1
Cativas el coraçón,
ques razón que no catives;
no te goviernas ni bives
por derecho ni razón;
Vuelta
tiene muchos tu afición (verso de enlace)
cativados
que no te son obligados.
Mudanza 2
Cativaste mi querer
do mi fe recibe engaño
y no miras quanto daño
se me puede recrecer.
Vuelta
¡Quántos tiene tu poder (verso de enlace)
cativados
que no te son obligados!
En el siglo XVI comienzan a componerse también para una voz y acompañamiento de vihuela y se hace muy popular, alcanzando un gran cultivo como canción lírica, en el teatro o en la novela pastoril, con Juan del Encina, Gil Vicente y Jorge de Montemayor, respectivamente. El villancico de asunto religioso y, particularmente, navideño ya había tenido varios cultivadores en el siglo anterior pero adquiere una mayor calidad con el propio Juan del Encina y Santa Teresa.
En el siglo XVII los grandes autores se dejan seducir por este metro, como Lope de Vega, Góngora o Cervantes, y dentro del tema religioso, merecen especial mención los de Sor Juana Inés de la Cruz. Por entonces también pasan a formar parte de la festividad de Corpus Christi y se produce un aumento en la complejidad técnica y formal: frente a las tres o cuatro voces del siglo XVI, lo habitual es la composición para ocho voces distribuidas en dos coros dispuestos en diferentes lugares de la catedral y acompañados de arpa, violón y órgano. Formalmente, el estribillo se convierte en una sección muy extensa y con una escritura polifónica relativamente compleja, mientras que las coplas contrastan con éste por su brevedad y por la reducción de la plantilla vocal e instrumental al mínimo. De entre el gran número de compositores del XVII podemos destacar a Cristóbal Galán, Juan Hidalgo y Sebastián Durón. Durante esta época el villancico también se hizo muy popular en América, convirtiéndose en una de las piezas claves de la música virreinal.
Con el paso del tiempo la temática religiosa se ha ido adueñando de este tipo de estrofa, hasta el punto de que, hoy por hoy, llamamos villancico a cualquier canción que tenga un asunto navideño, independientemente de su versificación (aunque suelen formarse con la simple combinación de coplas y estribillo). Algunos de los más conocidos actualmente son de origen español, como El chiquirritín o Campana sobre camapana (andaluces), En el portal de Belén (castellano) o La Virgen y San José (extremeño) pero otros los conocemos por una traducción, como es el caso del austríaco Stille Nacht (‘Noche de Paz’).
Un ejemplo de villancico clásico de temática navideña es el ya publicado hace dos años y por estas fechas por mi compañera Eva Paris: ‘¡O Reyes Magos!’, de Juan del Encina.
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