a empujar una puerta,
a encender una antorcha,
a derribar un muro…LEÓN FELIPE
Si abrimos hoy en día cualquier diario, comprobaremos que, a pesar de los muchos caracteres impresos que contiene, ningún rincón, por pequeño que sea, está reservado a la poesía. Es más, ocurre que, incluso en sus suplementos culturales o literarios de los fines de semana, aún cuando publiquen la crítica de un libro de poemas, apenas, en algún caso, te dan a conocer dos o cuatro versos de los que aparecen en el libro. Por no hablar de la televisión o la radio, que salvo honrosas excepciones viven al margen de la poesía. Queda así ésta relegada a internet, que al tratarse de un medio interactivo ha venido a paliar de alguna manera este déficit, y a revistas especializadas de corta tirada o pequeñas editoriales con más filantropía que empeño mercantil. Y sin embargo, “el poeta todavía está con nosotros, entre los hombres de su tiempo, habitado por su mal” (SAINT JOHN PERSE).
tocan
en mis nervios
de arpa
Vivo de mi alegría
enferma de universo
y sufro
por no saberla
encender
en mis
palabras.
(GIUSEPPE UNGARETTI)
Hablábamos, pues, del caos como condición inmanente de creación. En términos del filósofo GILLES DELEUZE, hay tres formas de afrontar el caos, tres tipos diferentes de creación:
• la filosofía, que crea el concepto, o nuevas maneras de pensar;
• la ciencia, que crea funciones o nuevas maneras de conocer; y
• el arte, que crea afectos, o nuevas maneras de sentir.
Así, la poesía es un arte, pero a diferencia de otras artes, como el cine o la pintura, no mueve dinero y por tanto nadie pretende rentabilizarla. Como señala el poeta JESÚS MUNÁRRIZ: con algo tan sencillo como un lápiz y una cuartilla, se puede escribir un gran poema. Esto es algo que el capital no puede controlar. El poeta es, pues, un incontrolado que subvierte la realidad, en cuanto que ésta -demasiado prosaica- no cumplimenta sus anhelos de belleza y de libertad. “Yo soy revolucionario, porque no hay un verdadero poeta que no sea revolucionario”, decía GARCÍA LORCA. Y decía más, “el poeta es siempre anarquista, en el mejor sentido de la palabra”. La utopía, en general, y la utopía libertaria, en particular, encuentran su expresión y su sentido en el mundo poético, donde el único límite a la libertad es el de nuestra imaginación. Y no olvidemos que, en definitiva, de ésta depende nuestra felicidad o nuestra desgracia (RAMÓN J. SÉNDER).
Es asumir la pena de todo lo existente,
es hablar por los otros, es cargar con el peso
mortal de lo no dicho, contar años por siglos,
ser cualquiera o ser nadie, ser la voz ambulante
que recorre los limbos procurando poblarlos.
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tanto es nuestro miedo a ser lastimados, descubiertos, poner nuestro Ser a flor de piel; sufrir por la hiel del dia a dia. No tener la miel de una buena compañia, que sean perdidos en estos tiempos enfermos y que no existe aquel que use de la poesia para mantener real a nuestros medios