En palabras del prologuista: “La poesía de Carmelo nace de lo cotidiano: cualquier cosa que ve a su alrededor –una estación de tren, el telediario, una llamada de móvil– es punto de partida para un poema. Pero eso no quiere decir que sea complaciente con el mundo que le rodea. Antes al contrario, la grisura de la rutina diaria le causa descontento. Posiblemente, para Carmelo escribir sea su forma de buscar, en medio de la realidad, resquicios de belleza. Partir de lo cotidiano no impide a Carmelo remontar el vuelo y reflexionar sobre lo absoluto: aborda los tres grandes temas machadianos: Dios, tiempo, muerte. Y también cobran presencia el amor, la locura, el dolor, la identidad… Pese a su condición indiscutible de poeta urbano, en sus versos son muchos los ejemplos en los que desprecia las angustias de la vida moderna, de ese “vivir corre que te corre / dormir corriendo / correr para llegar al trabajo / correr hacia la muerte”. Junto a eso, la contemplación de la naturaleza –la montaña, el mar, un paisaje bajo la lluvia visto desde el coche, un gato paseando por la nieve– se ofrece como elemento redentor. Todo en Carmelo es sencillez. También su lenguaje: claro, directo, accesible, sin artificios; pero manejado con elegancia y delicadeza. En medio de esa sencillez, a veces, aparecen chispazos deslumbrantes, versos de esos que, como estribillos de viejas canciones, se prenden al imaginario del lector, el cual se repetirá con frecuencia sin darse cuenta: La noche como aceite derramado, frías como los besos de las biblias, esta catedral me viene grande, un poco de Dios puede ser que exista”.
a veosotros, demonios innombrados:
demonios de la envidia y la venganza,
del odio, de las letras y los números.
Horrorosos demonios familiares,
de la droga, del hambre y la mentira;
demonios que devoran a los niños.
Vosotros, que gozáis con nuestro miedo,
que reís y que os gustan nuestras lágrimas; yo os expulso de nuestros corazones, y os relego a la nada más eterna.
Y como sé que nunca os venceremos,
que siempre hay que luchar contra vosotros,