¿Sabes que estoy un pelín enfadada conmigo misma? Como tienes la paciencia de leerme cada semana, me siento con la confianza de compartir contigo el porqué. Estamos a comienzo de mayo y aquí (Toledo, España) ya ha llegado el buen tiempo. Es cierto que el solecito, las calles concurridas del casco viejo y los campos de amapolas suelen inspirarme. Pero no sé qué me pasa este año que, en lugar de inspiración, lo que me ofrecen es tentación. Tentación de irme con el bocata al campo, de salir a tapear, de pasear por las callejuelas que hace tiempo que no transito… En definitiva, de hacer cualquier cosa excepto sentarme a escribir. Y, querido amigo, qué débil soy. Además, mi musa debe ser igual de débil que yo porque… no sé dónde está (creo que se ha pirado con sus colegas sin decirme “ahí te quedas, morena”).
Por eso, esta semana he decidido repasar este Decálogo del Escritor de Augusto Monterroso. Algunos de estos consejos son irónicos, otros tienen guasa y otros son más serios. Ojalá me ayuden a centrarme y retomar esa inspiración que se me ha escapado. Espero que a ti también te resulten inspiradores.
Y, en caso de que estés en la misma situación que yo y ni siquiera las palabras de Monterroso nos centren… Bueno, disfrutémoslo un ratito. Al fin y al cabo, todos necesitamos un tiempo de asueto, ¿no?
¡Ah! Por cierto, Monterroso nos ofrece once consejos dentro de este decálogo. Aprovecho para comentarte que un decálogo, según el Diccionario de la Real Academia, puede definirse así: “Conjunto de normas o consejos que, aunque no sean diez, son básicos para el desarrollo de cualquier actividad.”
Decálogo del escritor, de A. Monterroso
He pensado que quizás te gustaría descargarte el decálogo para poder imprimirlo, llevarlo en tu agenda, móvil o guardarlo en tu ordenador y tenerlo a mano sin necesidad de volver a pasar por el blog. Así, me he “currado” esta infografía que creo que ha quedado chula y que puedes descargarte aquí.
Descárgate aquí la infografía con el Decálogo del Escritor de A. Monterroso
Primero.
Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre.
Segundo.
No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia.
Tercero.
En ninguna circunstancia olvides el célebre dictum: “En literatura no hay nada escrito”.
Cuarto.
Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras.
Quinto.
Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche.
Sexto.
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy.
Séptimo.
No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan.
Octavo.
Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes.
Noveno.
Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor.
Décimo.
Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él.
Undécimo.
No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio.
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RUTH M. RODRÍGUEZ, Verbalina Escuela de Escritura Creativa
“Son muy buenos, y alimentan las ganas de seguir intentando escribir para la vida, la vida que por intensa, nos deja agoviados y en las palabras que lanzamos al mundo nos desahogamos.
Muchas gracias, Iván, por pasarte, leer y comentar. Me alegra que te haya interesado el artículo. ¡Saludos y a poner los consejos en práctica!
lo que toda mi vida he tomado como un desahogo a mis emociones ESCRIBIR, deseo transformarlo con aprendizaje y orientacion
Me han encantado, gracias por publicarlos
Gracias a ti, Ángeles, por pasarte por este blog y dejar tu comentario. Me anima a seguir publicando contenido a través de este medio. Un saludo desde Toledo.
Cuando se empieza a escribir ya no se puede parar. No sé, el crear, inventar vidas ajenas y describir sensaciones es algo que es innato. Aunque algunos escribamos mejor que otros. Compartir sentires es lo mejor;)
Me han inspirado un montón, gracias 🙂