A continuación os dejamos un fragmento del artículo de Carlos Mata Induráin (Universidad de Navarra) titulado “Literatura del ciclo de la Pasión: prosa y poesía”. Este artículo fue leído en una conferencia el 18 de marzo de 2008 en esa misma universidad.
FUENTE: http://www.unav.es/catedrapatrimonio/paginasinternas/recorriendopatrimonio/losarcos/literatura/default.html
Puede afirmarse sin temor a equivocarse que los grandes temas abordados por la literatura son, en realidad, muy pocos en número, y que esos temas responden a las grandes preguntas que se ha hecho el hombre, a lo largo de todos los tiempos, acerca del amor y la amistad, la vida y la muerte, la religiosidad y el deseo de trascendencia… Tales son, en efecto, los grandes temas de la literatura universal. Por supuesto, alrededor de esos temas mayores existen constelaciones de sub-temas, cada uno de ellos con una amplia gama de motivos asociados; pero, en cualquier caso, los grandes núcleos temáticos de la literatura responden a esas inquietudes del hombre (lo que Antonio Machado llamó «los universales del sentimiento») y a esos enigmas de la vida humana.
Pues bien, uno de esos grandes temas literarios viene determinado, sin duda, por la idea religiosa, ya se trate de la reflexión poética sobre la existencia de Dios y de su presencia en nuestras vidas, de la celebración de las festividades religiosas, del misterio de la muerte y la trascendencia hacia una vida eterna… Así pues, dentro de esta literatura de tono y contenido religiosos, podemos distinguir distintos núcleos temáticos, algunos de los cuales vienen a coincidir con los ciclos litúrgicos. En este sentido, por señalar dos ejemplos señeros, la literatura inspirada por la Navidad y la literatura relacionada con la Semana Santa han sido materias especialmente productivas. A la literatura de Navidad he dedicado mi atención en otras ocasiones (véase mi trabajo La Navidad en las letras españolas y en los poetas navarros, Pamplona, Universidad de Navarra, 2006); hoy, dadas las fechas en que nos encontramos, toca acercarse, siquiera brevemente, a esa otra literatura relacionada con la Semana Santa, y hay que comenzar diciendo que podemos encontrar numerosos textos, tanto en prosa como en verso, que evocan poéticamente la Pasión y Muerte de Cristo y que reflexionan acerca de su importancia para los cristianos: desde el Arcipreste de Hita en el Libro de Buen Amor, hasta destacados poetas españoles del siglo XX como Gerardo Diego, Luis Rosales o Dionisio Ridruejo, entre otros, sin olvidar a autores hispanoamericanos tan notables como Gabriela Mistral, Vicente Huidobro o Jorge Luis Borges.
En estas composiciones relacionadas con la Semana Santa y la Pasión de Cristo vamos a encontrar una gran variedad de enfoques; no de tonos (porque el tono aquí es siempre grave), pero sí de focalizaciones literarias: es decir, dentro de ese tema general, hay numerosos detalles concretos en que puede centrarse la inspiración del poeta o escritor. Por ejemplo, los textos medievales del Arcipreste de Hita destacan la maldad y ceguedad de los judíos, el pueblo deicida; otros autores pueden poner de manifiesto el valor salvífico de la sangre derramada del Cordero; otros, por su parte, resaltarán la ingratitud del hombre, que a veces permanece insensible frente al dolor del Hijo de Dios humanado; algunos textos se centran más bien en los instrumentos de la Pasión (cruz, clavos, corona de espinas…), o bien en el dolor y la soledad de María, la Madre de Jesús, etc. En cualquier caso, el objetivo fundamental de casi todas estas composiciones es el de emocionar y conmover (movere) al receptor.
Convengamos, pues, en que es esta una materia verdaderamente abundante. Aquí se ofrece tan sólo una pequeña selección de textos de la literatura española, sobre todo poéticos, que son más sencillos y fáciles de entender y disfrutar en una recitación oral. Con respecto al marco cronológico, indicaré que los textos elegidos corresponden en su mayor parte a los Siglos de Oro (Renacimiento y Barroco), aunque al final he añadido también, a modo de pequeña muestra que ponga de relieve la amplitud del tema, algunos textos más modernos.
Y ya sin más preámbulos, podemos comenzar nuestro recorrido literario con el texto del famoso soneto «No me mueve, mi Dios, para quererte». Se trata de un texto muy conocido, que ha generado mucha bibliografía y que ha sido atribuido a numerosos autores (entre otros, a San Juan de la Cruz o a Santa Teresa de Jesús, y también a nuestro San Francisco Javier o a San Ignacio de Loyola), pero que a día de hoy debe seguir siendo considerado anónimo. El poema expresa la teoría del puro amor a Dios, al que el hablante lírico ofrece amar sin necesidad de un premio eterno (cielo) y temer sin necesidad de la amenaza de un castigo igualmente eterno (infierno). Nótese, en fin, que el poema puede considerarse como una «composición de lugar» ignaciana, en el sentido de que quien lo lee o recita tiene delante un crucifijo («muéveme el verte / clavado en esa cruz»), siendo el Jesús enclavado el interlocutor al que se dirige:
Pues bien, uno de esos grandes temas literarios viene determinado, sin duda, por la idea religiosa, ya se trate de la reflexión poética sobre la existencia de Dios y de su presencia en nuestras vidas, de la celebración de las festividades religiosas, del misterio de la muerte y la trascendencia hacia una vida eterna… Así pues, dentro de esta literatura de tono y contenido religiosos, podemos distinguir distintos núcleos temáticos, algunos de los cuales vienen a coincidir con los ciclos litúrgicos. En este sentido, por señalar dos ejemplos señeros, la literatura inspirada por la Navidad y la literatura relacionada con la Semana Santa han sido materias especialmente productivas. A la literatura de Navidad he dedicado mi atención en otras ocasiones (véase mi trabajo La Navidad en las letras españolas y en los poetas navarros, Pamplona, Universidad de Navarra, 2006); hoy, dadas las fechas en que nos encontramos, toca acercarse, siquiera brevemente, a esa otra literatura relacionada con la Semana Santa, y hay que comenzar diciendo que podemos encontrar numerosos textos, tanto en prosa como en verso, que evocan poéticamente la Pasión y Muerte de Cristo y que reflexionan acerca de su importancia para los cristianos: desde el Arcipreste de Hita en el Libro de Buen Amor, hasta destacados poetas españoles del siglo XX como Gerardo Diego, Luis Rosales o Dionisio Ridruejo, entre otros, sin olvidar a autores hispanoamericanos tan notables como Gabriela Mistral, Vicente Huidobro o Jorge Luis Borges.
En estas composiciones relacionadas con la Semana Santa y la Pasión de Cristo vamos a encontrar una gran variedad de enfoques; no de tonos (porque el tono aquí es siempre grave), pero sí de focalizaciones literarias: es decir, dentro de ese tema general, hay numerosos detalles concretos en que puede centrarse la inspiración del poeta o escritor. Por ejemplo, los textos medievales del Arcipreste de Hita destacan la maldad y ceguedad de los judíos, el pueblo deicida; otros autores pueden poner de manifiesto el valor salvífico de la sangre derramada del Cordero; otros, por su parte, resaltarán la ingratitud del hombre, que a veces permanece insensible frente al dolor del Hijo de Dios humanado; algunos textos se centran más bien en los instrumentos de la Pasión (cruz, clavos, corona de espinas…), o bien en el dolor y la soledad de María, la Madre de Jesús, etc. En cualquier caso, el objetivo fundamental de casi todas estas composiciones es el de emocionar y conmover (movere) al receptor.
Convengamos, pues, en que es esta una materia verdaderamente abundante. Aquí se ofrece tan sólo una pequeña selección de textos de la literatura española, sobre todo poéticos, que son más sencillos y fáciles de entender y disfrutar en una recitación oral. Con respecto al marco cronológico, indicaré que los textos elegidos corresponden en su mayor parte a los Siglos de Oro (Renacimiento y Barroco), aunque al final he añadido también, a modo de pequeña muestra que ponga de relieve la amplitud del tema, algunos textos más modernos.
Y ya sin más preámbulos, podemos comenzar nuestro recorrido literario con el texto del famoso soneto «No me mueve, mi Dios, para quererte». Se trata de un texto muy conocido, que ha generado mucha bibliografía y que ha sido atribuido a numerosos autores (entre otros, a San Juan de la Cruz o a Santa Teresa de Jesús, y también a nuestro San Francisco Javier o a San Ignacio de Loyola), pero que a día de hoy debe seguir siendo considerado anónimo. El poema expresa la teoría del puro amor a Dios, al que el hablante lírico ofrece amar sin necesidad de un premio eterno (cielo) y temer sin necesidad de la amenaza de un castigo igualmente eterno (infierno). Nótese, en fin, que el poema puede considerarse como una «composición de lugar» ignaciana, en el sentido de que quien lo lee o recita tiene delante un crucifijo («muéveme el verte / clavado en esa cruz»), siendo el Jesús enclavado el interlocutor al que se dirige:
NO ME MUEVE, MI DIOS, PARA QUERERTE
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido:
muéveme el ver tu cuerpo tan herido:
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y, aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera;
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en esa cruz y escarnecido:
muéveme el ver tu cuerpo tan herido:
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera
que, aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y, aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera;
pues, aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
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