El novelista y la soledad de su escritorio

Esta semana no te traigo un artículo mío, sino que he hecho “labor arqueológica” en el blog y he recuperado un artículo de Juan Terranova, “Consejos para escribir novelas”, publicado originalmente en El Malpensante hace algunos años. Como leerás, es un artículo breve, a veces irónico… y que en su día despertó el interés de muchos de vosotros. Por esta razón, hoy te lo refresco y, como ya sabes, espero que me cuentes qué te parece.
¡Ah!, la fuente original del artículo es esta: http://www.elmalpensante.com/articulo/2194/consejos_para_escribir_novelas
 
No se puede escribir una novela si uno siempre está rodeado de gente - piopíalo    

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Lo primero es aprender a estar solo. No se puede escribir una novela si uno siempre está rodeado de gente, y menos aún si esa gente habla todo el tiempo. Hay escritores que saben cómo estar solos antes de empezar a escribir, antes de llegar a la edad adulta. Eso es cómodo porque aprender de grande el arte de estar solo es muy difícil.
Leer es una de las mejores formas de estar solo que conozco. La otra es escribir.
Al mismo tiempo, la soledad no solo es la gente y la falta de gente. Es un estado bastante mental. Cuando escribís nadie, repito, nadie, va a hacer lo que vos no hagás.
La concentración y la prolijidad son importantes pero no imprescindibles. Si me das a elegir entre concentración y prolijidad, elijo prolijidad porque nunca me costó concentrarme y siempre me costó ser prolijo. Ser prolijo se aprende rápido cuando metés la pata seguido.
La concentración implica concentrar cosas, sintetizarlas, ser ejecutivo, ir para delante.
Y no des excusas. No sirven. Nadie las escucha.

Otra cosa básica. Hay que tratar de no salir de casa, no salir del escritorio o de la mesa donde estás escribiendo. Se dice que Balzac escribía atado a la pata de la cama o encerrado. Ahora bien, si necesitás salir, hacé que valga la pena.

Cervantes leía “hasta los papeles rotos de la calle” - piopíalo    

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Hay que leer todo. Cervantes leía “hasta los papeles rotos de la calle” y él escribió la mejor novela de todas, el principio y el final del género.

Hay que terminar lo que se empieza. Antes no se sabe si es bueno, si es malo, si se va a publicar o si hay que tirarlo.

También hay que resignarse a ser medianamente pobre.
Otra cosa que sirve es robar. Pero hay que robar bien. Si están dando Alien, el octavo pasajero ahora mismo en la televisión, lo mejor que podrías hacer es empezar a transcribir los diálogos y todo lo que ves en la pantalla.
Para escribir buenos diálogos tenés que escuchar y recordar cómo se peleaban tus viejos, cómo argumentaban, cómo se mentían, cómo se reconciliaban.
Algo útil es escribir muchos mails a tus amigos contándoles cosas de tu novela, presentándoles los personajes, qué dicen, qué hacen, de qué viven, pero lo que no sirve es que hables de ellos. Los novelistas no hablan. Cuanto más escribas y menos hables, mejor.
Los novelistas no hablan. Cuanto más escribas y menos hables, mejor. - piopíalo    

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Hay que tener siempre muy presente que el arte de la novela es íntimo y universal al mismo tiempo. Lo que narrás te tiene que importar a vos. Te tiene que importar …

6 respuestas a «El novelista y la soledad de su escritorio»

  1. Me sumo a los anteriores comentarios. La concentración es primordial, así como silencio, tan caro en estos tiempos.

    Me encanta este blog, os sigo y lo comparto!

    Un abrazo,

    Lottie (lovelytours)

  2. Buen artículo.Creo que es un buen consejo, no sólo para una novela, sino para escribir en general. Uno debe aprender a tener momentos de soledad y consentración para poder crear algo que valga la pena.

  3. Muy interesante el artículo. Confío en la soledad del artista como fundamento de la escritura. Es necesario. Pero también debemos saber cómo se baila con esa soledad y no desperdiciarla. En muchas ocasiones, la pereza puede por desgracia. Uno de los titulares: Se debe acabar todo lo que se empieza!Me lo empezaré a meter entre las venas

  4. es una buena semblanza de cómo se escribe una novela. y sí, es un trabajo solitario y nos pone un poco antipáticos: cuando escribo ¡no me molesten! no estoy bordando una carpetita, la frase se me va y no sé si volveré a encontrarla.
    y sí, necesito estar ¡sola!, sin ruidos, sin consultas (¿… y donde tengo las remeras?) y cosas por el estilo. Yo me acostumbré a pensar las escenas y los diálogos durante el día y a escribir a la noche, cuando la casa dormía y sólo mi gata aprobaba cada uno de los renglones.

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