Fallo del I Concurso de Escritura Rápida (Microrrelato)

Participantes durante el Concurso
Hace días que deberíamos haber publicado este artículo, pero ya sabeis que la actividad en Verbalina no para. Acabamos de poner en marcha nuestros cursos on line de verano, talleres para escritores y conocer a los nuevos estudiantes. Todo ello ha hecho que retrasáramos la publicación del Fallo del I Concurso de Escritura Rápida (Microrrelato) de Verbalina, que tuvo lugar en Toledo el 28 de junio dentro del marco de la 52º Semana de Cultura Popular del Barrio de Santa Bárbara organizada por la Asociación Vecinal Alcántara.
El concurso estaba abierto a personas de cualquier edad, pero fueron los más jóvenes quienes se animaron a  participar en esta iniciativa, contando entre ellos con Víctor Barriga quien con solo 12 años decidió embarcarse en la aventura de la escritura rápida. Aunque el número de participantes fue discreto, esta iniciativa se extendió fuera de los límites de la ciudad de Toledo y contamos también con la presencia de Roberto Pisa Peña, de Cobisa (Toledo) y las hermanas Ana Patricia y Alicia Borja Álvarez que se desplazaron desde Madrid, nada menos que 71 km., para participar en este concurso.
Participantes y miembros del jurado
Las bases del concurso eran muy sencillas: únicamente había que estar presente en el Centro Cívico del Barrio de Santa Bárbara a la hora indicada. Tras la inscripción de los participantes, se pasó a sortear los elementos con los que se tendría que escribir el microrrelato: un personaje, un objeto y un lugar. Cada participante escribió en una tarjeta uno de estos elementos, se introdujeron en una bolsa y fueron elegidos por una mano inocente. El resultado fue el siguiente:
Personaje: Spiderman
Lugar: Soldado City
Objeto: coche.
A partir de entonces tuvieron solo 30 minutos para escribir su microrrelato. Tras ello, el jurado compuesto por miembros de la Comisión de Cultura de la A.V. Alcántara y por Verbalina, acordó otorgar el premio (un curso on line de escritura con Verbalina) a Ana Patricia Borja Álvarez.
A continuación puedes leer el relato ganador y los relatos de otros participantes.
Muchas gracias a todos los que habéis participado en este concurso y los que con vuestro esfuerzo lo habéis hecho posible.
¡Nos vemos en la próxima!
  
Relato ganador: 
El final de una ilusión
Ana Patricia Borja
Ana Patricia con las miembros del jurado
Cuando paso frente al concesionario, lo veo y ya no veo nada más. Mi mirada se concentra únicamente en él,  y domina mi mente como si de él dependiese mi vida. Jamás me imaginé que en esta ciudad tan apartada de la sociedad, Soldado City, fuese a encontrarlo: El coche de mis sueños.
Mientras camino por las calles frías y desiertas, su imagen dominando mi visión, pienso en una vida conduciéndolo. No lo debería omprara. Sé que no debería. No sólo porque no tengo suficiente dinero; sino porque simplemente no lo necesito. Viajar en coche es mucho más lento que viajar… bueno, con las telas de araña. SIn embargo, es tan dinámico, tan deportivo…
Cuando alzo la mirada veo que no he podido evitar que mis pasos me volvieran a conducir a la puerta del concesionario. En un segundo me doy cuenta de que no hay nada que decidir; y mientras lo busco con la mirada pienso en la locura que estoy a punto de cometer. Sin embargo, lo necesito.
Pero ¿dónde estás?
Mi corazón se acelera y entro en el concesionario a toda prisa. Hay un dependiente, le pregunto por el cohce. Se lo describo.
Me quedo sin respiración al sentir lo mucho que necesitaba comprar aquel coche. Mi visión se nubla. Estoy mareado. Me siento solo y, si no fuera por una pequeña butaca de la que tomo posesión de inmediato, estaría desmayado en el suelo.
Así, mis ganas de salvar el mundo se han hecho pedazos al mismo tiempo que mis sueños.
El último viaje
Roberto Pisa Peña
Viajo en coche y guardo mucho respeto por el último lugar que me queda por salvar. Es Soldado City; me llamo Spiderman, porque en realidad es el concepto transmitido de otros superhéroes.
Voy solo, es mi último viaje.
No sé dónde llegaré; pero sé de donde vengo.
Aunque parezca raro, en las puertas de la ciudad me espera Rosa. No es una Rosa cualquiera, es la “Rosa de los Cuatro Vientos”.
Ella es la que me va a indicar el camino. El recibimiento es en un lugar oscuro, ella lleva capucha. Parece que no la oigo pero la intuición me habla de amor, de tranquilidad y de paz.
Llega la luz, no sé si del día, y empiezo a recorrer la garganta sin nada que me haga sentir incómodo. Es la hora del encuentro conmigo. De encarar miedo entre soledad, angustia frete a calma y el sonido del mar en el fondo. Llegar allí es el último destino. Ya formado tras cientos de batallas, me encuentro fuerte como para decir que puedo, que debo y que se puede.
Este camino concluye aquí, pero aparecen otros nuevos desde el fin, nuevos proyectos, quizás nuevos retos y expectativas y alegrías, muchas alegrías.
Con el tiempo recorreré los que quiera y me pueda imaginar. Hoy de día, mañana, tal vez, de noche. Pero hay que hacerlos parar y hacelos, no queda más remedio.
Es que si no empiezo ya, tal vez de nuevo, me sorprenda la muerte sin la tarea hecha. Y ¿dónde iré? 
Podré dormir, comer y amar, pero los caminos… ay, los caminos.
Solo soy un punto en medio de todo esto.
Un punto con un vasto cerebro.
 
La muerte de Spiderman
Víctor Barriga Martín de Santos. 12 años.
Un mal día de truenos, Spiderman con su coche araña fue a salvar la ciudad Soldadocity. No era una ciudad cualquiera, era una ciudad con enormes soldaditos de plástico.
Spiderman, junto a su amigo el coche araña, fueron a buscar al autor que había provocado tantas revueltas en la ciudad.
Buscaron por todas partes, rincón a rincón; pero como si nada, no encontraron al malhechor.
El mes anterior, un villano con el nombre de Cucaracha mandó un anuncio televisivo diciendo que conquistaría Soldadocity, con el fin de deternar a Spiderman.
Spiderman introdujo un GPS rastreador de villanos. Cuando seleccionó al villano, el coche fue hasta su paradero. Spiderman no daba crédito de lo que veía, era el vendedor de helados, Gaspar.
Cuando pasó a la tienda para desafiarle cayó muerto y entonces Cucaracha sembró maldad por todo el mundo hasta que muriera.
Tic, tac, tic, tac. Día, noche, día, noche.
Alicia Borja Álvarez
Spiderman era incapaz de dar sentido a su vida. Volaba ante sus ojos sin aportarle nada significativo. Todo superhéroe vive únicamente para rescatar a los ciudadanos. Pero dicha forma de vivir es insuficiente y termina creando un vacío en el interior.
Un día, decidido a hacer frente a su sufrimiento, se aventuró en la más grande de sus aventuras: rellenar el extraño vacío de su interior. Como todos los días, se subió a su coche y se dispuso a socorrerse a sí mismo. Pero una vez se hubo sentado en el asiento del conductor se dió cuenta de que aventurándose por las calles de Nueva York no descubriría lo que buscaba. Porque… ¿dónde podía encontrar la felicidad que necesitaba?
Entonces tuvo una idea, cecidió conducir en su interior.
En su cabeza encontró como todo se centraba en acabar con el mal  y salvar a los ciudadanos; pronto se percató de que tenía la mente de  un soldado. Su mente estaba programada para servir a los demás; y por algún motivo faltaba algo en su cabeza que no fue capáz de encontrar. Continuó su viaje por su cuerpo de soldado robotizado: manos para luchar, pies para correr, piernas para saltar… Por mucho que buscaba no encontraba donde estaba el vacío que causaba su sufrimiento.
Desesperado se paró a pensar. Tic, tac, pum, tac, pum, pum… su corazón no le dejaba meditar, era demasiado rui…
¡Su corazón! Ahí estaba el origen del sentimiento de Spiderman; su coraz´n estaba solo y abandonado. Era tan admirado como temido, y consecuentemente vivía aislado de la población. Y en ese momento fue cuando se percató de que no necesitaba ser famoso y temido para sentirse feliz; la felicidad se encuentra en aquellos que nos rodean y que nos irradian desde pequeños imperceptibles gestos de amor.

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